La dulce desintoxicación
Yo solía decir que si alguien quería un ejemplo
de libro de texto para el PMS (del inglés para síndrome premenstrual) y los
dolores menstruales yo era el ejemplo perfecto.
Lo había aceptado como algo que me definía; era una más de mis
características. El problema con esto
no era sólo toda la ansiedad que tenía que manejar los días anteriores, el
cansancio, los dolores y una fatiga extrema que llegaba a su pico el primer día
de mi menstruación, lo serio
era que no podía trabajar, ni dormir del dolor y el malestar general. Cada vez tomaba analgésicos y
anti-inflamatorios más fuertes; curiosamente, pastillas cada vez más chiquitas. Me aislaba esos días porque no tenía energía
para relacionarme con los demás. Mi productividad
bajaba, no podía trabajar; simplemente no podía pensar. Eran los días en que perdía varios puntos de
IQ: me ponía bruta.
Empecé a hacer ejercicios hace dos años
por diversos motivos. Quería formar el hábito antes de que me agarraran los achaques
de la edad, por aquello de que es mejor prevenir que lamentar, pero sobretodo porque tener que corregir es mucho más difícil.
Quería ver si el ejercicio me ayudaba a no pasarla tan mal en esos días
del mes. De hecho ayudó, las crisis
eran menos intensas, ya no sentía que ensayaba mi muerte dos días al mes. Sin embargo, la fatiga, el cansancio y la falta de energía permanecían. Siempre me ha gustado dormir pero estos días
dormía demasiado e igual me despertaba cansada. Había que hacer algo porque médicamente
todo estaba bien conmigo. Las señoras
mayores me decían que me casara, haciendo alusión a que perder la virginidad
aliviaba esos dolores. Pues no, el
sexo (o la falta de) no hicieron ninguna
diferencia.
Sabía de una amiga que estaba dando sus
primeros pasos como coach de nutrición holística. Ella me escribió para invitarme a unos de
sus talleres y eso me encendió el bombillo.
Decidí probar el programa a ver si eso me ayudaba con la falta de
energía, los dolores y el malestar en general. Como en todas las cosas
buenas, la primera sesión fue gratis para probar si eso se ajustaba a lo que yo
estaba buscando y si ella pensaba que me podía ayudar. Nos reunimos y luego de haber conversado un
rato y haberle explicado mi problema, salí con dos consejos: tomar más agua y reducir la ingesta de
azúcar. Desde una gastritis que me
gané en la secundaría he aprendido a vigilar lo que como. No es que coma súper saludable pero aprendí como lo grasoso, lo picante, lo dulce,
lo frio, etc., afecta mi estómago para
bien (o para mal). Meses antes había
eliminado el café pensando que la cafeína podía estarme afectando y ahora tenía
que reducir el azúcar. Ya tenía una leve
idea de cómo vigilar lo que como. Mi
idea no es contar todos los detalles de cómo funciona el proceso de coaching de nutrición. Lo que quiero transmitir es mi sorpresa con
el hecho de que todo lo que comemos nos afecta a nivel físico y emocional. A mi me ha empezado a funcionar con sólo un par de sesiones y dos
meses vigilando mi alimentación: me canso menos y tengo más energía. Parece que este era el elemento que faltaba
para complementar el ejercicio físico.
Esto lo estoy escribiendo en el día uno
de mi periodo menstrual, el más pesado de todos. Hace un par de meses habría estado hecha
bolita en mi cama esperando que alguna pastilla me hiciera efecto para lograr
conciliar el sueño. Se que me faltan
muchas cosas por descubrir con este programa y a medida que avance intentaré
compartir ese aprendizaje. Mi cuerpo está encontrando balance porque
estoy aprendiendo a escucharlo. El
dolor es generalmente una llamada de atención y yo la escuché alto y claro.
Saludos,
Itzel
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Itzel Díaz es ingeniera e instructura de Pilates, en la ciudad de Panamá.
Tiene un blog llamado Muy Lila, en el que puedes encontrar información sobre Pilates, Yoga y Reiki, entre otras prácticas universales que te ayudarán a encontrar el balance mente-cuerpo-alma que tanto necesitamos para ser Forever Produced.
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